Velocidad. Complejidad. Disrupción. Estos son elementos que las empresas deben abordar en su día a día si quieren sobrevivir y crecer. Las empresas deben innovar y, para innovar, se necesita una cultura que promueva una nueva generación de equipos hiper-colaboradores.
Las investigaciones confirman lo siguiente: Las personas que trabajan en grupo innovan de forma más rápida, obtienen mejores resultados y afirman sentirse más satisfechas en el trabajo. De hecho, las empresas que promueven el trabajo colaborativo multiplican por cinco sus posibilidades de tener un alto rendimiento y son más rentables.
Sin embargo, a los equipos se les presiona para que trabajen más rápido que nunca. Los equipos más productivos trabajan diferente. Su trabajo actual apenas se parece al trabajo que solían hacer antes. Estos nuevos equipos están inmersos en una colaboración continua: Sus jornadas están repletas de un intercambio infinito de información e ideas, trabajando en ciclos rápidos con iteración continua. Sus tareas son interdependientes y sus proyectos fluidos.
Entonces, ¿en qué se diferencia el nuevo trabajo en equipo de lo que siempre hemos hecho? Piensa en la diferencia entre un equipo de natación y un equipo de baloncesto. Los nadadores nadan cada uno en su propia calle, pero los jugadores de baloncesto interactúan y se mueven constantemente, confiando los unos en los otros para ganar. Los nuevos equipos deben hacer esto último: navegar a un ritmo rápido, pasar la pelota entre los miembros del equipo, testar y mejorar las ideas entre todos. Todos los miembros son responsables de que el trabajo continúe avanzando.
Esta metodología para resolver problemas de manera creativa tiene un carácter activo desde el punto de vista tanto físico como cognitivo. Los equipos realizan talleres, generan ideas, llenan paredes y pizarras con contenido y se unen para compartir sus ideas.
Los miembros del equipo se sientan juntos para que puedan estar conectados y trabajar más rápido. Además, también necesitan momentos en los que separarse del grupo para concentrarse, absorber la información y procesar sus propias ideas. Las personas se levantan, se sientan, escriben en paredes, mueven materiales y objetos; su trabajo es dinámico y con un ritmo rápido.
Agile es el trabajo basado en los procesos derivados del desarrollo de software, actualmente utilizado por un gran número de empresas para mejorar la rapidez, flexibilidad y enfoque en el cliente. Los equipos Agile estructuran su trabajo en una secuencia de actividades que los dirigen para ejecutar sus tareas de forma rápida, supervisar el progreso y reajustar el flujo de trabajo. Entre sus prácticas, se incluyen las reuniones diarias de pie, el trabajo por parejas, las revisiones de sprints y las retrospectivas de sprints. Estos equipos cambian constantemente entre las modalidades de trabajo, realizándolo solos o juntos, según las necesidades de la tarea en cuestión.
La mayoría de las oficinas todavía están diseñadas para realizar un trabajo lineal y no permiten el desarrollo del flujo de trabajo, las actividades y los comportamientos que se necesitan para las metodologías de Design Thinking y Agile.
Los equipos necesitan trabajar muy cerca de la información, pero a menudo no disponen de ningún espacio de referencia al que llamar “mi hogar”.
Las personas sienten una falta de control y no encuentran dónde poder trabajar de manera individual o en equipo como necesitan. La mayoría de los espacios están diseñados con un mobiliario fijo y con muros que no se pueden adaptar de forma rápida o sencilla a la variedad de actividades que las personas realizan a lo largo del día.
Para resolver grandes problemas se necesitan grandes ideas, pero la mayoría de los espacios de colaboración están diseñados para compartir información, lo que significa que las personas tienden a sentarse, escuchar y estar pasivos. Estos espacios hacen que las personas se desanimen poco a poco y no participen de forma física y emocional en las actividades de solución de problemas.
La mayoría de las personas disponen de varios dispositivos personales, pero cada vez tienen menos acceso a tecnologías apropiadas para trabajar en grupo. Cuando la tecnología colaborativa a gran escala está disponible, el diseño del espacio se puede convertir en una barrera entre las personas y el dispositivo, limitando su acceso y su involucración con el contenido de la pantalla.
